Esopo y la importancia de asustar niños
- María Camila Buendía
- 16 sept 2015
- 6 Min. de lectura
Para muchos el nombre de Esopo es conocido y su mención de inmediato nos hace pensar en fábulas o cuentos para niños. Y aunque están en lo correcto, al leer las fábulas “originales” nos vamos a encontrar con un mundo diferente.
Dudo de su originalidad ya que el carácter universal que viene con Esopo se puede ubicar en cierto modo a que ,como en muchas obras clásicas, su autor no sea definido, es decir que en vez de considerar a Esopo como un escritor, lo deberíamos considerar como un grupo de escritores, incluso esta representación también sería errada y hablemos de una sociedad o sociedades, porque estas fabulas no solo harán parte de la tradición occidental griega sino de gran parte de oriente medio, justificándose si tomamos en cuenta a Esopo como un individuo, que se le conocía como un esclavo (extranjero al servicio pero no sirviente).Todo esto lo vemos en la gran similitud que tienen estas fábulas con creaciones Egipcias y Libias, donde animales como el león y el camello son comunes, mientras en Grecia eran inexistentes.
El mundo que se lee en las fabulas de Esopo es uno lleno de malicia, despiadado, brutal. Las fuerzas dionisiacas por así decirlo, están sobre las apolíneas y la única ley que vale es la del más fuerte. Pero a partir de esta realidad busca enseñar un modo o leyes para que todos actuemos.
Los personajes de Esopo, son en gran mayoría animales, después les siguen las apariciones de dioses, fuerzas de la naturaleza y por último los hombres. Los animales se despedazan unos a otros: ¿Qué mejor forma que usar animales como protagonistas?, son los animales al fin y al cabo aquellos seres que distan de los hombres porque sus fuerzas o pulsaciones rigen sobre sus actos. Los dioses van a intervenir como ayudantes de los animales y de los hombres en situaciones de dificultad; con el tiempo estos dioses van a mutar en protagonismo a fuerzas de la naturaleza, dado el carácter menos mítico que empezó a surgir en la sociedad griega. Los hombres finalmente van a aparecer en menos cantidad, pero en mayor impacto, son los hombres los más viciosos entre todos, los que van a protagonizar las historias más oscuras asimismo las más sexuales de toda la producción de Esopo, aunque también muy cargadas de humor irónico para el lector actual; tratando temas como la virginidad, el abuso sexual, el incesto, la estupidez:
“El hombre que cagó su seso:
Janto le pregunta a Esopo: “¿Puedes explicarme por qué razón los hombres tenemos por costumbre, cuando cagamos, mirar nuestra propia mierda?”. Esopo dijo: “Porque en tiempos antiguos, uno pasaba mucho tiempo cagando, por el placer que sentía, hasta que un día cagó su propio seso. Desde entonces los hombres, pro miedo, miran su propia mierda para comprobar que no han cagado el seso. Pero tú, maestro, no te preocupes: que tú no tienes seso”.” (Esopo, 2015)
Es importante recalcar la vigencia que tienen esas fabulas en la vida contemporánea, muchos cuentos, expresiones coloquiales, incluso chistes, están basados en estas creaciones de la antigüedad y en parte esto se debe al carácter clásico que poseen, esa característica que se le otorga comúnmente a la tragedia griega, que es la capacidad de introspección que generan, muchos leen para escapar de la realidad, muchos con sus escritos logran que esto suceda, otros logran que parezca así pero te devuelven a donde empezaste, mientras los clásicos hacen que no desvíes la mirada de ti mismo.
Su actualidad también se puede deber a la sencillez (mas no simplicidad) de sus representaciones de animales y personas, haciendo de su entendimiento algo masivo añadiéndole su carácter aleccionador producido, como ya se afirmó, en el interior del lector, ya que las moralejas que en su mayoría conocemos hoy no son originales de Esopo sino de interpretaciones construidas con el tiempo.
“La zorra y el racimo de uvas:
Una zorra famélica, al avistar un racimo de uvas que colgaba de lo alto de una vid, quería alcanzarlo pero no puedo. Así que cuando se marchaba, se dijo: “Están verdes”.” (Esopo, 2015)
Esta favorita personal explica cómo cuentos como este, son tan conocidos que no sabemos cuándo fue la primera vez que los escuchamos.
Después de contextualizar las fábulas de Esopo procedo a la segunda parte de este escrito, que es resaltar la importancia que tendrían estas parábolas si la edición para el público infantil fuese menos edulcorada.
Primero que todo se debe aclarar que las opiniones escritas no se basan en alguna experticia en pedagogía infantil y que mis opiniones están basadas en la lectura de “Fábulas” por Esopo, tanto en experiencias personales como artículos leídos.
Al leer las fabulas de Esopo, nos encontramos con una tarea retrospectiva ya que se podría decir que es una relectura porque muchas de las fabulas que se le atribuyen su autoría han sido parte de lecturas, material audiovisual e incluso expresiones que hemos leído, visto, o escuchado antes.
La gran experiencia que conlleva la relectura es el ejercicio de la comparación, la formulación de preguntas relacionadas con quienes éramos cuando leímos aquello y quienes somos ahora cuando lo releemos, siendo entonces estas fabulas una revisión en específico de la infancia.
El título de este escrito está basado en un artículo de la revista The Atlantic llamado “The Importance of Scaring Children” y merece una aclaración, cuando se refiere a asustar, un término que puede parecer algo malvado, no va a querer referirse a asustar en el sentido de dar pesadillas y causar traumas en los niños. A lo que va a apelar, es a la necesidad de construir historias con una variedad narrativa y temática diferente a la que estamos acostumbrados.
No sería justo considerar que estas historias no han sido creadas, al fin y al cabo centro mi punto de referencia en Esopo; al contrario existen muchas creaciones que cumplen en gran medida lo mencionado antes, la crítica que va a salir de las lecturas de Esopo va a estar enfocada en su edición.
La mayoría de cuentos o fabulas que los niños leen hoy, van a presentar una visión polarizada de la realidad, donde hay un personaje bueno y uno malvado, este malvado no va a tener un bagaje que explique las razones de su maldad, esto se da también por la brevedad de los escritos. Peor aún este personaje antagónico esta completamente corrompido y no presenta atisbos de humanidad. Tendemos como niños a simpatizar y encarnarnos en el personaje protagónico aunque este sea bueno o malo, en el caso de ser malo, es el castigo lo que alecciona a los lectores; algo positivo en esta materia es que el personaje principal tiene vicios, pero de otro lado es solo cuando él los tiene que es posible cambiarlos.
Otro tema importante, es el de la escogencia de valores y su caracterización, hemos sido enseñados desde pequeños que la valentía, es una forma de agresión relacionada con luchar contra un enemigo, generando así que la negociación, la diplomacia, y el diálogo en general, se vea como algo débil; estos son valores que impulsan la fortaleza como algo masculino, ya que solo existe una manera de ser fuerte: siendo duro, rudo, también como existe solo una manera de ser independiente: estando solo.
Aquí la edición y traducción de las fabulas toma su papel central, porque vemos en ellas un constante recordatorio del peligro de las malas empresas, la necesidad de sobrevivir a partir de ser lo que somos y no intentar parecer más fuertes porque eso incluso nos llevara a la muerte, como muestra en muchos cuentos donde un animal pretende ser otro y termina asesinado por falta de atributos del animal que pretendía ser.
La muerte como consecuencia fatal, también es importante en los cuentos infantiles. Esopo nos muestra que no obrar inteligentemente puede llevar a la muerte; los niños no se deben acostumbrar a finales felices, porque los hará perezosos en su accionar. La idea de un final donde todo se resuelve y encuentra la manera de favorecer al protagonista y castigar al antagonista intrínseca en los cuentos, no va a generar en los niños la necesidad de esforzarse, y cuando tengan que hacerlo va a parecer una idea asignada y no interiorizada, articulando sentimientos de resentimiento al trabajo.
Entiendo en cierto modo, aunque no tenga hijos, que el proteger a un hijo es un sentimiento de deber muy fuerte, pero esta protección constantemente representada en escudos, que tratan de resguardar de lo exterior lo extraño, puede también resguardar de lo interior, los vicios y pasiones que de niños entendemos como fuerzas inevitables que son limitadas por figuras de autoridad mediante una imposición más no una razón valedera, nos enseñan que está mal porque sí, un estilo de socialización primaria que no se cuestiona.
Asustar a los niños, es mostrarles el por qué los malos vicios llevan a malas consecuencias, pero desde la lógica greca con las pasiones y desenfrenos humanos, no polarizando la realidad en bien o mal como lo hace la cultura judeocristiana.
Explicándoles en cierto modo como la realidad es parecida a una selva, pero también razonando con ellos que es el bien y que es el mal, conceptos no limitados y complejos. Para entender que las cosas “malas” que nos pasan no vienen de un ser maligno que nos odia, ni de una divinidad que se ha ensañado con nosotros, sino que son consecuencias tanto de nuestros actos como de las lógicas de la realidad, que son casi inexistentes, pero que tienen bases que deberían ser comunes para todos y así construir comunidades más justas basadas en sentimientos compartidos donde las relaciones humanas se entiendan de manera compleja y podamos finalmente vivir pacíficamente, de nuevo siendo esta paz conformada por la necesidad individual de sobrevivir sin necesidad de hacerle mal a otros.
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